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Entre cerezas y picotas

Jul 15, 2019

La cereza desrabada naturalmente prolonga hasta mediados de agosto la estación de estos frutos rojos.

Silvia Resa López

Pico limón negro, Ambrunés, Pico negro y Pico colorado son las variedades de picota que, junto a la Navalinda, que lo es de cereza, están amparadas bajo la denominación de origen Cereza del Jerte; son siete las agrupaciones y cooperativas de segundo orden las que operan en tierras extremeñas robadas a la montaña, donde el riego es escaso y la mecanización prácticamente inviable. Un ecosistema distinto que permite disfrutar en exclusiva y durante más de un trimestre de un fruto rojo de sabor dulce y piel crujiente.

“Agrupamos a quince cooperativas de la comarca de la Vera y de Valle del Jerte y producimos entre 17 y 20 millones de kilos de cereza desde el mes de mayo hasta mediados de agosto”, dice Mónica Tierno, gerente de Agrupación de Cooperativas Valle del Jerte, cooperativa de segundo orden o cooperativa de cooperativas; “desde la cereza con pedúnculo hasta la picota, un tipo de cereza sin rabito, el cual pierde naturalmente, sin herida, por lo que su duración es mayor que la de la cereza desrabada a propósito, que a las dos semanas se echa a perder”.

Este último detalle es importante, pues la picota es en sí misma una variedad caracterizada por carecer de pedúnculo al madurar, desprendiéndose naturalmente el fruto sin rabito; son además variedades únicas en la región, donde se practica la “agricultura de montaña, por lo que fincas son abancaladas, en forma de terrazas o escalones, robadas a la montaña”, dice Tierno; “en este entorno la mecanización es difícil, por lo que el trabajo es sobre todo manual o ayudados de tractores pequeños; somos 3.000 agricultores y las explotaciones son de tipo familiar”.

Lógicamente el coste de producción es mayor y además “es de secano, sólo se riega con la lluvia escasa que cae y con agua de mantenimiento, lo que a su vez favorece el sabor de la cereza, incrementándolo”, dice la gerente de la agrupación; “se recolectan una a una, manualmente, pues es un fruto muy sensible y con una manipulación incorrecta le pueden salir marcas o moretones al cabo de las horas, lo que las descartaría del sello de la denominación de origen”.

Picotas que lo son

“Trabajamos las picotas amparadas bajo la DO, desde las variedades tempranas como la Ambrunés hasta las tardías tipo Lapins o las de media extracción, como las Van”, dice Mónica Tierno; “en cereza sólo la Navalinda lleva el sello de calidad”.

“En picota hay fraude que no se puede perseguir por ser un término genérico, de modo que desraban o desrabotan los frutos y los venden como picotas sin serlo; es importante que el consumidor compruebe que lo que le venden son picotas genuinas caracterizadas por su dulzor, su piel crujiente y por una duración mayor a los quince días”, dice Tierno; “por eso trabajamos con el Consejo Regulador de la Denominación de Origen, para dar a conocer este producto con el sello de máxima calidad”.

Este consejo regulador certifica la calidad de la fruta, es el caso de las cerezas picotas y las Navalinda; hasta la fecha “la campaña ha tenido un buen desarrollo, aunque la lluvia ha mermado la producción de la cereza temprana aproximadamente en el 15%, no así en el caso de la picota, de maduración lenta”, dice Pilar Díaz, directora Técnica del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida Valle del Jerte.

Ello ha provocado que una producción que oscila entre los 45 y los 50 millones de kilos se haya quedado en 40, de los que 7,5 millones de kilos corresponden a las picotas. La producción de más del 50% de las cerezas del Jerte y entre el 70% y el 80% de las picotas amparadas corresponde a siete compañías, además de Agrupación de Cooperativas Valle del Jerte, Cooperativa del Campo, Grupo Alba Internacional, Valgren, Campo y Tierra del Jerte, Cherryland y Frutas A-Z. “Se trata de una producción limitada en el tiempo y que, en su mayoría, el 70%, se comercializa en la exportación”, añade Pilar Díaz.

“El Consejo Regulador tiene dos funciones principales, una es la certificación de la calidad de la cereza y picota y la otra es la promoción de este producto”, explica Pilar Díaz; “hay que buscar la Picota del Jerte con el sello de la Denominación de Origen Protegida Cereza del Jerte y el logotipo Europeo Denominaciones de Origen, que es de color amarillo y rojo, así evitaremos consumir cereza desrabada como picota”.

“En el campo somos tradicionales, pero en la fábrica somos industriales, con inversiones en innovación para ser competitivos”, dice la gerente de Agrupación; “exportamos entre el 50% al 60% hacia la UE y en estos momentos abrimos mercados en Hong Kong y Emiratos Árabes Unidos” Y esto porque corren tiempos extraños por el veto ruso a la agricultura europea, que a su vez ha provocado la saturación del mercado de las cerezas; “buscamos rentabilidad”, dice Mónica.

“Como cooperativa seguimos la estructura de economía circular, que favorecemos desde hace treinta años, de forma que el fruto que no califica se aprovecha en la destilería para elaborar licor de cereza, aguardiente, mermeladas o las afamadas picotinas”, dice la gerente; “tenemos tienda en las instalaciones y también suministramos estos productos a establecimientos especializados”.

Esta cooperativa de cooperativas trabaja también otros productos como el licor de ciruelas, la castaña, de la que produce hasta tres millones de kilos, ciruelas y frambuesas en fresco y moras; “cada vez crecemos más en higo seco para Europa”, dice Mónica Tierno, gerente de Agrupación de Cooperativas Valle del Jerte; “como nuestro cultivo es tradicional y en área de despoblamiento, el consumidor de cerezas y picotas con denominación apoya esa economía tradicional al mismo tiempo que el entorno, del que estamos tan orgullosos y satisfechos por vivirlo, es decir, nuestros consumidores nos ayudan a que contemos con recursos para seguir en esta comarca tan sostenible y que tanto nos gusta”.

Por VELT

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