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X-Men: primera clase, quizá no apta para auténticos freaks

Sep 24, 2011

Los que queráis conocer el origen de los X-Men, del profesor Xavier y de su enemigo, Magneto, todavía estáis a tiempo de ir al cine a ver X-Men, First Class. Eso sí, id aquellos de vosotros que no hayáis leído los comics con anterioridad o que, habiéndolo hecho, no esperéis una versión fiel a los mismos. De hecho, mi primera intención era comenzar con algo así como “Frikis, absteneos”. Pero eso sería injusto.

Porque, pese a todo, X-Men, First Class no es una mala película para todos aquellos a los que les guste el género de superhéroes. A mí me gusta y he leído esas historias, por lo que tengo el corazón partido. Porque me gustó la película, pero la historia no era tal y como la esperaba.

A ver, para los legos: la Patrulla X original, o los X-Men originales, como prefiráis, eran La Bestia, Cíclope, el Angel, el Hombre de Hielo y la Chica Maravillosa. En esta entrega ese equipo lo van a terminar componiendo Banshee (posterior, posterior…), Kaos (el hermano pequeño de Cíclope), La Bestia –él único que si estaba en los tebeos- y Mística (que siempre ha estado en el lado de los malos). Aparte de Magneto, que lucha con ellos al principio, y el propio Profesor X.  Eso, de cara a los que conocemos a los mutantes queda raro. Pero creo que la clave está en separar lo dibujado, de lo filmado.

El espíritu es fiel a la filosofía de lo que debía ser a despecho de anacronismos tales como la aparición de Emma Frost, la Reina Blanca, que es posterior; o de Sebastian Shaw, el malo interpretado por Kevin Bacon (¡Qué raro, Bacon haciendo de malvado…!); aparte de cosas tan absurdas como el ‘hermanamiento’ de Mística con el profesor X. Pero el personaje de Magneto está muy bien trazado. No cuesta nada creerse al actor alemán Michael Fassbender en ese papel. James McAvoy, en el de Xavier, chirría un poco, pero apenas se nota. A Moira McTarggert no hay quien se la crea. La Reina Blanca es ella; Bacon de Sebastian Shaw es, como nos tiene acostumbrados, diabólico.

La película no aburre e incluso tiene un par de momentos memorables al final, en el que nos hacemos una idea de porqué a Magneto se le conoce como ‘Amo del Magnetismo’. La escena del submarino, o la de los misiles, son impresionantes. Personalmente, la segunda, me sobrecogió. Desde luego, Fassbender resulta mejor y más creíble que Ian McKellen, el Magneto de las versiones anteriores, en cuanto a demostraciones de poder.

Y hay un par de instantes simpáticos, como el cameo de Hugh Jackman ‘Lobezno’ en la película o ese componente del equipo de los ‘malos’ que, bien mirado, es el hijo que nunca tuvieron Rondador Nocturno y Hellboy. El director, Matthew Vaughn, ha hecho un buen trabajo con este filme que no ha tenido la misma notoriedad en los cines españoles que las tres entregas de los X-Men que le precedieron. Pero parece complicado continuar con ese proyecto, habida cuenta del extraño equipo que ha acabado formando como X-Men originales.

Por VELT

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