Las guías Supervinos y Vivir el Vino nos ayudan a elegir, comprar y sobre todo a disfrutar de las diversas denominaciones.
Silvia Resa
Lo ha expresado claramente María Díez, la directora editorial de Vivir el Vino durante la gala anual de entrega de los 11 Magníficos, mediante los que dicho club de vinos reconoce la trayectoria, buen hacer y producto de bodegas, enólogos y propietarios: “si el vino no ha conectado con la gente quizá sea porque los periodistas que estamos especializados en ello no lo hemos hecho bien”.
Se refiere María a que a aquellos que hablamos de catas, bodegas y variedades se nos ha pasado referirnos a algo tan fundamental y a la vez humano como son las emociones; “hemos de ser transmisores de historias que emocionen”, ha dicho María Díez y hay que darle la razón.
El vino se puede degustar sin necesidad de ser un experto, simplemente disfrutando en compañía de gente querida; con el tiempo y si conectamos con el mundo de la cata se puede ir aprendiendo a distinguir aromas, texturas y hasta sonidos.
Cuando se empieza en este apasionante cosmos vitivinícola se aprende que lo importante es la memoria olfativa, es decir, nariz tenemos todos, pero lo relevante es conectar con la emoción asociada a un aroma u otro.
Por eso es tan subjetiva la cata, a pesar de los parámetros técnicos que se establecen para la medición y evaluación de los vinos. Me explico: si me apasionan las ciruelas negras desde que era una niña, es lógico que identifique aromas de la piel de dicha fruta, e incluso la acidez cítrica de la pulpa más pegada al hueso. Pues bien, a veces tales aromas los encuentro en determinados vinos tintos y así lo expreso en mis notas de cata.
Quizá otro colega de profesión prefiera hablar de aspectos distintos que posiblemente vayan asociados a su memoria olfativa propia que es, básicamente, emocional. Personalmente creo que esto último es lo que provoca el “enganche” sano con el mundo del vino, pues nos trae una y otra vez anclajes positivos de nuestra infancia.
Hay además cierta magia en el hecho de que al tratarse de experiencias personales surge en cada uno algo tan auténtico como es la sinceridad. Al catar, al probar, al oler o al degustar un vino es fundamental ser sinceros; es tan fácil como expresar lo que estamos sintiendo. Así de simple y con nuestro propio vocabulario, el cual se irá enriqueciendo con términos más profesionales según vayamos avanzando en la maestría de la cata.
Una pista: como casi todo en la vida, lo del olfato se entrena; propongo oler e identificar aromas en todo momento; por ejemplo, cuando nos sirven la comida basta coger el plato y acercarlo a la nariz, identificando todos los ingredientes que seamos capaces de reconocer; luego se pregunta qué es lo que lleva y así testamos nuestra cata en nariz. Esos aromas quedarán recogidos en nuestra memoria olfativa para la próxima vez.
Los once Magníficos
Una gala sencilla, pero no por ello menos interesante, la de la entrega de premios “Magníficos” por parte del Club Vivir el Vino. Ha sido en Madrid, reuniendo a gente de mucho peso en el sector vitivinícola que, premiados o no, se entremezclaron con la prensa especializada. Así que los pertenecientes a esta última escuchamos el mensaje de Díez Nepomuceno y tomamos nota.
Nombres como Rafael Palacios, Manuel Fariña, Josefina Piñol marcas como Martelo, Martín Codax, Artadi o Gramona y bodegas como Finca Herrera, Bodegas Riojanas, Hidalgo La Gitana o Antídoto recibieron sus respectivos galardones.
También en el súper
Antes de terminar 2017 se presentó en Madrid la guía “Los supervinos 2018”, a cargo del enólogo y experto Joan C. Martín, quien dice “los súper han sido los establecimientos que han ofertado más denominaciones y más tipos de vinos”
Su guía Supervinos nos lleva por enseñas como Mercadona, El Corte Inglés, Carrefour, Bonpreu, Masymas, Spar, Eroski, Super BM, Día o Alcampo en busca de vinos con un precio inferior a siete euros o también los llamados “megavinos” por menos de 15 euros.
“Para ser un buen vino lo principal es que esté bien vinificado”, dice Martín; “tratado para embotellar y que responda al valor de calidad y origen que corresponda a la zona geográfica de que se trate”.
Dice Joan C. Martín que los jóvenes se acercan a este sector “pero de una forma divertida y nada litúrgica para socializar la felicidad, pues son eclécticos y se dejan sorprender”.
Por cierto, a Joan le han otorgado el Premio Gourmand en lengua española, lo que viene a ser el Nobel de los libros sobre literatura vitivinícola, por “Pasión por el vino”. En este sector la emoción está servida, sólo hay que dejarse llevar.