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Cinco castillos de Eslovaquia… alguno con fantasma y vampiro

Feb 2, 2018
Enrique Sancho Cespedosa

La intensa y un tanto turbulenta historia de Eslovaquia durante siglos, en el corazón de Europa, ha sembrado el país de decenas de castillos, cada uno de los cuales cuenta su propia parte de esa historia. A los más de doscientos existentes, se añaden otros cuatrocientos palacios. Claro que también tiene otros numerosos encantos: parques naturales, cuevas fascinantes, montañas nevadas, ríos caudalosos y un notable patrimonio histórico. Todo ello puede descubrirse si se intenta visitar algunas de sus fortalezas, en las que no faltan fantasmas o vampiros… Tal vez por eso sedujo a ilustres viajeros como Julio Verne o Hans Christian Andersen.

Bratislava, atalaya sobre el Danubio
Nada más lógico que empezar la ruta por los castillos eslovacos que hacerlo en su capital, Bratislava, la manera más fácil de llegar a ella es con la compañía área Ryanair, que tiene vuelos directos desde varias ciudades españolas. Ya en el centro de la ciudad, sobre una colina a 85 metros de altura y al borde del Danubio, se encuentra el castillo de Bratislava. Desde esta fortaleza, se puede alcanzar un paisaje único en toda la geografía europea, ya que además de la ciudad de Bratislava, se puede observar un buen trozo del río Danubio, uno de los cursos fluviales más importantes de Europa, Austria, e incluso parte de Hungría.

El castillo de Bratislava se encuentra en una colina que ha sido habitada desde tiempos antiguos, pero la construcción del edificio comenzó en el siglo IX, tras la llegada de los eslavos a la región, quienes pusieron la primera fortificación en el lugar. En el siglo XIII, el castillo fue lo suficientemente fuerte como para resistir el ataque de las hordas de los mongoles, quienes atacaron gran parte de Europa. Con la ocupación de Hungría por las tropas otomamas en el siglo XVI, la realeza húngara debió establecerse en Bratislava, y el castillo pasó a ser parte de su corte. Durante este siglo, el rey Fernando I de Habsburgo encargó su remodelación a arquitectos italianos, quienes le dieron un toque renacentista, y luego, en el siglo XVII, el castillo pasó por una reconstrucción que le otorgó el estilo barroco que luce hasta hoy. Posteriormente, en el siglo XVIII, la reina María Teresa de Austria remodeló el castillo, principalmente en el interior, con un hermoso estilo rococó.

Su historia desde finales del siglo XVIII, le llevó ser la sede de un seminario para sacerdotes católicos, luego albergue de soldados austriacos e italianos, hasta que el descuido y un devastador incendio dejó la fortificación en ruinas, estado en el que se mantuvo hasta mediados del siglo XX. Durante el proceso de reconstrucción, los habitantes de Bratislava, y de Eslovaquia en general, empezaron a apreciar más y más el valor histórico que esta fortificación tenía para ellos. Tanto fue así, que la Constitución de la nueva república independiente de Eslovaquia fue firmada en el castillo el 3 de septiembre de 1992.

La visita al Castillo de Bratislava y su Museo Nacional y Museo de Historia puede ofrecer un verdadero recuento de gran parte de la historia de Europa que ha tenido repercusión en esta ciudad, ubicada en medio de las encrucijadas del continente. Impresionan sus colecciones con más de 3.500 obras de arte antiguo y moderno, incluyendo pinturas, estatuas y grabados de artistas nacionales, cristalería, platería, muebles de madera tallada, relojes, armas y armaduras.
Orava, el castillo del vampiro
Considerado como uno de los castillos más impresionantes de Eslovaquia, fue construido durante el siglo XIII. Muchas escenas de la famosa película Nosferatu, el vampiro (1922) fueron grabadas en este lugar. Su diseño original era de estilo romántico y gótico, y fue derivando hacia uno renacentista y neogótico. Tras un periodo de deterioro y la Segunda Guerra Mundial, se ganó la etiqueta de reconocido monumento nacional.

Su posición en lo alto de un risco ha dado lugar a diversas leyendas. Una de ellas cuenta que un tal Marek llegó a Orava y vio el impresionante peñasco sobre el río donde está en la actualidad el castillo y dijo: así me tenga que ayudar el mismísimo diablo, yo construiré un castillo en la cima de este peñasco. No había terminado de hablar y junto a él se apareció el diablo y le ofreció su ayuda para cumplir su sueño. La ayuda no era gratis, como todo buen diablo buscaba la oportunidad de conseguir una nueva alma.

Marek se asustó un poco pero al final propuso que si le construía un castillo en el punto más alto con enormes habitaciones en 7 días y en 7 noches podría llevarse su alma en 77 años. El diablo aceptó y se puso a trabajar con ahínco. Llevaba el material desde muy lejos y tenía que poner cuidado en que no se le cayera al río ya que el lugar del castillo es bastante difícil de alcanzar. Al ver el avance de las obras Marek se asustó, no quería ir al infierno. Rezó y pidió ayuda a Dios.

El diablo siguió trabajando y ya se alegraba de la nueva alma conquistada. La última noche ya sólo le faltaban pequeñeces por terminar y aparte debía llevar una gran roca. La roca era muy pesada y la llevaba con mucho cuidado. Cuando ya estaba casi por llegar escuchó el canto del gallo. Era la mañana del octavo día. En su enojo tiró la roca al río. Hasta el día de hoy ahí se encuentra y la gente la llama la roca de Marek.

Hoy, el castillo alberga buenas colecciones y exposiciones de historia, etnografía y ciencias naturales y es un ejemplo vivo de diversos estilos arquitectónicos: románico, gótico, renacentista y barroco.

Smolenice y su festival de los fantasmas
Situado a una hora en coche de Bratislava y rodeado por un hermoso parque, el castillo se alza por encima del pueblo homónimo. Se menciona por primera vez en un documento del siglo XIV. Dañado durante la Segunda Guerra Mundial, en 1945 pasó a ser propiedad del Estado y fue reconstruido parcialmente en los años 50. Actualmente pertenece a la Academia Eslovaca de Ciencias y se utiliza sobre todo para la organización de conferencias científicas. También aquí se organiza en el mes de octubre el Festival de los fantasmas con un rico programa para niños, un mercado de artesanías y un lugar para el tiro con arco.

Ahora es uno de los castillos más visitados de Eslovaquia y ha atraído a muchos cineastas internacionales como lugar de películas de fantasía. Aquí se llevan a cabo, además del festival anual de fantasmas, brujas y vampiros el festival musical de verano. Se pueden alquilar habitaciones y realizar visitas guiadas en un gran complejo de cuevas, mientras que afuera están a disposición de los visitantes un gran parque y un jardín zoológico.

Como todo buen castillo tiene su leyenda: El cruel Congor mandó a un criado a Presburgo (Bratislava) con una carta. Para el viaje le dio sólo tres horas, lo cual era imposible de cumplir, ya que en ese tiempo los caminos eran complicados. El pobre criado salió del castillo y se encaminó al bosque. En el bosque encontró a un carretero con tres caballos. El criado le contó su problema. El carretero se rió y le dijo al criado que subiera al coche. Los caballos empezaron a correr tanto que prácticamente volaban. Pasaron tres horas y el criado regresó e informó que había entregado la carta y había regresado en el tiempo estipulado. Congor se sorprendió y le preguntó como lo había logrado. El criado le contó acerca del carretero y sus hábiles caballos. Congor palideció, ya que se dio cuenta de que el carretero no podía ser otro que el fantasma de un criado al que él había maltratado hasta la muerte. Éste seguro que había regresado para vengarse. Congor cayó muerto, su alma salió de su cuerpo y ahora se encuentra vagando en los jardines del castillo donde se esconde porque hasta ahora teme a la venganza de su criado.

Devín, inspiración de Julio Verne
Aunque apenas quedan unas ruinas, vale la pena visitar el castillo de Devín, no solo por evocar su pasado convulso y ajetreado, sino por disfrutar sus alrededores, en la confluencia del Danubio y el Morava y admirar sus vistas. Además, está a solo 13 kilómetros de la capital. También es uno de los emplazamientos arqueológicos más importantes de Eslovaquia, un lugar lleno de historia y un auténtico símbolo nacional para la gente de Eslovaquia. Está considerado Monumento Cultural Nacional. Su pasado esplendor se remonta al siglo VIII.

El famoso escritor Julio Verne visitó en 1892 el Imperio Austro-Húngaro. Durante su viaje de estudios visitó no solo las dos sedes de la monarquía, sino también la ciudad de Pressburg (hoy se llama Bratislava). Con su guía visitó también el Castillo de Devín que lo impresionó. A primera vista, al ver las ruinas de Devín supe que la historia de mi próximo libro tendría lugar en un lugar parecido. Se dice que para escribir la novela El misterioso castillo en los Cárpatos, Julio Verne se inspiró justamente en las ruinas de Devín. Por cierto, el culpable de que Julio Verne no pudiera ver el castillo en su máximo esplendor y solo sus ruinas fue Napoleón Bonaparte, que lo destruyó en 1809.

Este castillo también tiene su leyenda relacionada con la llamada Torre de la virgen. Se cuenta que una novia, al enterarse de que su familia mató a su novio y de que querían encerrarla en un convento, decidió saltar desde esa torre para quitarse la vida.

Una de las ventajas que tiene el castillo de Devín es que está situado muy cerca de Bratislava. Por eso, es muy fácil llegar a él desde la capital. La mejor opción para ello será coger uno de los autobuses que parten desde el Puente Nuevo y que te dejan allí mismo. El autobús más directo es el número 29, con una frecuencia aproximada de una hora, pero también existe otra opción que es coger el autobús número 28. Este último pasa con más frecuencia pero te deja un poco más alejado del castillo. No obstante, es una opción muy buena teniendo en cuenta que el paseo hasta llegar al castillo es de lo más agradable y que las vistas serán magníficas en todo momento.

De Devín a Vysoká pri Morave se extiende un sendero instructivo junto al río Morava, el cual es apropiado sobre todo para los cicloturistas. Para los que prefieran el senderismo, también hay una ruta hasta la colina Devínska Kobýla que atraviesa los Cárpatos en su parte occidental y en la que se puede contemplar vegetación exclusiva de esa zona.

Castillo de Spis, el mayor de Europa Central
Encaramado en lo alto de una peña que domina orgullosamente el valle circundante, las ruinas de la Fortaleza de Spis figuran entre los conjuntos de fortificación medievales más extensos de Europa Central. Se extiende sobre un área de cuatro hectáreas, en los cinco patios se conservan ruinas de los siglos XIII a XVIII. En verano sus románticas ruinas sirven de marco a diversos festivales medievales. Su aspecto es fantástico y parece el marco ideal para rodar películas como Dragonheart, que se hizo aquí. Una audio-guía gratuita cuenta sus historias de amor y locura, desesperación y desaventuras, crímenes y acontecimientos históricos.

Spis fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1993 y su gran tamaño y majestuosa imagen sobre una colina domina todo el entorno. No es fácil de visitar ya que se encuentra alejado de la capital eslovaca y lejos de grandes atracciones turísticas, aunque se puede incluir en un tour por las bellas iglesias de madera del Noreste de Eslovaquia.

El castillo se está reconstruyendo y las obras continúan mientras se hace la visita, así que la entrada es ‘bajo su propia responsabilidad’. No hay carteles que prohíban el paso, así que hay que tener los ojos bien abiertos y mucho cuidado: las vistas desde sus murallas medio destruidas son estupendas, pero la caída no tanto. En la entrada hay otro cartel: ‘Ayuda a reconstruir el castillo; como vas a subir igual, no lo hagas con las manos vacías, tráenos un cubo de cemento’. ¡Qué graciosos los obreros!

Por VELT

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