El verano impulsa el turismo hacia destinos frescos y diferentes, y pocos lugares en España sorprenden tanto como Tomelloso, en Ciudad Real. Bajo sus calles se esconden más de 40 kilómetros de cuevas excavadas, antiguamente usadas para almacenar vino y que hoy forman parte de una de las rutas turísticas más singulares de Castilla-La Mancha.
A apenas dos horas de Madrid y menos de tres de Valencia, Tomelloso se ha consolidado como un destino de referencia por la diversidad de su oferta cultural, patrimonial y gastronómica. Además de sus famosas cuevas, el municipio presume de ser el mayor productor de alcohol vínico del mundo.
Tomelloso, patrimonio único
Entre sus imprescindibles, destaca la Posada de los Portales, actual oficina de turismo y edificio histórico de 1778 que refleja la vida manchega del siglo XVIII. También llaman la atención los bombos, construcciones agrícolas únicas en España elaboradas con piedra plana sin argamasa que servían de refugio para campesinos y animales durante las faenas en el campo. Hoy sobreviven más de 70, todas protegidas.
El recorrido por la ciudad incluye también sus chimeneas industriales, vestigios de antiguas destilerías visibles desde cualquier punto del municipio; y el Museo Antonio López Torres, que alberga la obra del pintor local en un edificio de estilo brutalista.

Enoturismo y gastronomía
Tomelloso conserva la esencia vitivinícola en sus bodegas y destilerías, con la Virgen de las Viñas como gran referencia histórica y cultural. El itinerario se completa en el Mercado de Abastos, que desde 1932 reúne la mejor gastronomía manchega y los productos locales más auténticos.
Con su mezcla de tradición, cultura y gastronomía, Tomelloso se ha convertido en una parada obligada para quienes buscan descubrir un rincón único de Castilla-La Mancha, donde el pasado y el presente conviven bajo tierra y a cielo abierto.