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Ago 23, 2018

La exposición de Disney ilustra la historia interminable de los relatos de tradición oral llevados a la gran pantalla

Silvia Resa

Cinco esferas ponen orden al relato de Disney, la factoría de cuentos de hadas, fábulas y leyendas en formato audiovisual; así, el estudio en el que nacieron los mitos, la cabaña donde surgieron las fábulas, el bosque o refugio de los héroes, la frontera que marcó la conquista del Oeste americano y el castillo del “fueron felices” dan cabida a la ficción basada en relatos de los Grimm, Andersen, Esopo o Eurípides. Todo ello en Caixa Forum de Madrid, desde el 19 de julio hasta el 4 de noviembre.

Son al menos tres las generaciones formadas al son del “érase una vez”; de Mickey Mouse a la reina Elsa de Frozen datan 85 años en los que los estudios Disney han recreado historias mitológicas, cuentos y fábulas, adaptándolas a las necesidades culturales del momento.

Quizá por eso, en el trasfondo flotan preguntas como las que se harán los expertos en el ciclo de conferencias programadas para los próximos meses, en línea con la exposición “Disney. El arte de contar historias” en Caixa Forum de Madrid.

Cuestiones tales como: ¿por qué nos gustan las películas de Disney? ¿qué tiene el sello para que atrape a tanta gente? ¿en qué se inspiran sus películas para crear e ilustrar mundos y personajes tan entrañables? Y quizá la más determinante: ¿cómo ha conseguido conectar con el público a lo largo del tiempo?

Esto mismo, la conexión con la gente, es lo que se explica a lo largo de la exposición, integrada por 215 elementos entre dibujos de personajes y escenarios, fragmentos de las notas de producción, páginas de guiones, story boards, documentales y cortometrajes.

“Esta exposición gira en torno a espacios de relación intergeneracional”, dice Elisa Durán, directora adjunta de la Fundación bancaria La Caixa; “en los que compartimos cultura y ocio; desde el inicio la tradición oral configuró leyendas que son patrimonio mundial, además de una manera de transmitir valores”.

“Disney convirtió esta tradición en cultura audiovisual, universalizándola pues, ¿quién conocía a Hércules antes de la adaptación al lenguaje audiovisual?” se pregunta Durán, para quien “emociones y dibujos se fundieron en la aventura prodigiosa de contar historias”.

Finales felices

Sevilla y Barcelona ya han sido sedes de esta exposición itinerante que tan sólo es una pequeña muestra de la colección total, integrada por 65 millones de piezas, más otros cuarenta millones de elementos digitales a lo largo de casi un siglo de existencia; “tenemos obras de arte como bocetos, dibujos de composiciones y pinturas de fondo cuyo estado de conservación es primordial”, explica Mary Walsh, comisaria de la exposición y directora de la Walt Disney Animation Research Library.

Para Walsh “el arte de contar historias está en el ADN de Disney, uno de los narradores más prolíficos del mundo”.

Zaragoza y Palma de Mallorca en España, así como Dinamarca y Suecia serán escenarios de la exposición, que a lo largo de cinco espacios explicarán, como antes en Sevilla, Barcelona y Madrid, la historia de los estudios Disney, el mundo de las fábulas, las leyendas, los relatos de la conquista del Oeste americano o los cuentos de princesas y finales felices.

Por cierto y a propósito de esto último, los cambios en los finales de las narraciones clásicas tienen una explicación, según Walsh: “están modificados porque los destinatarios eran las familias y por tanto era preciso establecer un lenguaje con el que pudieran conectar todos los miembros, adultos y niños”

Anécdotas como la de que el personaje de Blancanieves, de 1937, se parecía inicialmente a Betty Boop o que se diseñó pelirroja y también rubia con trenzas de forma previa a su cabello negro definitivo, o que La Sirenita, de 1989, se tiñó finalmente de pelirroja para que su cabello negro no se confundiera con los fondos son parte de esta cultura Disney. Que, en sus cuentos de princesas, por cierto, ha experimentado una transformación, como muestra Frozen, de 2013, basado en un cuento de hadas de H.C. Andersen y que relata una historia de un amor verdadero pero no el romántico, sino entre dos hermanas. “Los artistas hoy tienen otra sensibilidad”, dice Walsh; “Frozen es parte de ella”.

Por VELT

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